La dermatitis atópica es una enfermedad alérgica y crónica que afecta tanto a personas como a animales (fundamentalmente perros).
En la patogénesis de la dermatitis atópica el factor genético es muy importante pero también participan factores inmunológicos, farmacológicos y ambientales.
La prevalencia de esta enfermedad es muy elevada tanto en personas como en perros. En personas los estudios indican que entre el 10 al 20% de los niños se encuentran afectados y estos porcentajes dependen ampliamente del entorno y del lugar geográfico donde viven, lo que demuestra la importancia de los factores no genéticos en el desarrollo de la enfermedad.
En perros cualquier estudio de prevalencia se realiza sobre la población canina que acude a los centros veterinarios y se estima que puede estar afectando entre un 10 a un 20% de la misma. Estos porcentajes varían fundamentalmente en relación a la raza del animal, precisamente por el marcado componente genético.
La prevalencia tanto de la dermatitis atópica canina como de los niños está en aumento desde hace años, pero esto no es únicamente producido por una mayor exposición a los alergenos ambientales, si no también a los grandes avances realizados en la investigación de esta enfermedad y su prevalencia y en el mejor diagnóstico de la misma.
Esta teoría deriva de la observación de que la dermatitis atópica, independientemente del factor genético, es más propensa en niños únicos que en niños procedentes de familias numerosas donde el contacto de unos con otros favorece la exposición constante tanto a gérmenes patógenos como no patógenos. De la misma manera la convivencia con una mascota, la asistencia a guarderias o vivir en el campo ayudan al desarrollo correcto del sistema inmunológico, limitando las reacciones desmedidas a estímulos ambientales y a los potenciales alergenos.
El abuso de los antibióticos es otro factor que puede participar en el desarrollo de estas enfermedades ya que también puede debilitar las defensas naturales del organismo como la protección producida por bacterias comensales tanto en aparato digestivo como en la piel.
Y como conclusión para nuestro mundo animal:
1.- Todo lo dicho puede extrapolarse para nuestros perros y
2.- El contacto con los animales es una buena manera de prevenir el desarrollo de enfermedades alérgicas.
Nota: Considerando siempre el factor genético, ya que si un niño o animal tiene una alta predisposición a desarrollar alergia, si puede requerir de medidas de protección adicionales