Los gatos y perros cachorros o viejos, así como los de pelo negro, son más propensos a sufrir golpes de calor. De modo que en estos casos deberemos prestar especial atención.
Para evitar un golpe de calor, lo más importante será no dejarle nunca encerrado en el coche, ni en el transportín, ni en una habitación sin ventilación. Si el perro está en el jardín, vigilar que tenga una sombra en la que cobijarse. Y darle agua con regularidad.
Además, es recomendable, sobretodo en verano, darle de comer por la noche, puesto que después de la comida los perros son más propensos a sufrir pequeños colapsos.
Aún así, conocer los síntomas de un golpe de calor puede sernos útil para poder reaccionar a tiempo:
- Respiración rápida y costosa.
- Tono azulado en la piel, signo de falta de riego sanguíneo (podemos verlo en las mucosas y en los ojos).
- Se tambalea y está sin fuerzas.
- Pequeñas manchas rojas en la piel, que son precisamente manchas de sangres y se llaman petequias.
Ante cualquiera de estos síntomas, es importante llevarle al veterinario de inmediato. De no ser posible, deberemos llevarle a un sitio fresco, darle agua que no esté demasiado fría y mojarle un poco en el cuello, cabeza, ingles y axilas para refrescar el riego sanguíneo. Y, en cuanto sea posible, llevarle al veterinario para confirmar que ningún órgano ha sido dañado.
Es importante no darle agua demasiado fría ni cubrirlo con toallas.
En definitiva, mucho sentido común en verano: no dejar al animal donde nosotros no estaríamos. Sombrita y agua en abundancia, nunca excesivamente fría.
Con esto, tendremos un verano agradable nosotros y nuestros amigos de 4 patas.
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